En pleno corazón de La Latina, uno de los barrios más vivos y auténticos de Madrid, se alza El Viajero, un palacete centenario de tres plantas que se ha convertido en un verdadero templo del tardeo madrileño. Aquí, el tiempo parece detenerse mientras el bullicio de la ciudad fluye a tu alrededor, y cada rincón está pensado para disfrutar de la vida con calma, buena comida, cócteles de calidad y vistas privilegiadas.
Fundado en los años 90, El Viajero ha mantenido su esencia bohemia y cosmopolita mientras se adaptaba a las tendencias. El edificio conserva su estructura original, con grandes ventanales, suelos de madera y una escalera central que conecta sus tres ambientes: la planta baja, ideal para el tapeo rápido; la primera planta, más tranquila y perfecta para charlas largas; y la azotea, la joya de la corona, con vistas directas a la Basílica de San Francisco el Grande y a los tejados de La Latina.
La azotea es, sin duda, el alma del lugar. Decorada con plantas, guirnaldas de luces y mobiliario de madera natural, transmite esa sensación de estar en un rincón secreto de Madrid. Aquí, el atardecer es un espectáculo diario: el cielo se tiñe de tonos cálidos y la ciudad se ilumina poco a poco mientras el murmullo de las conversaciones y la música suave crean una atmósfera irrepetible.
El Viajero ha convertido el tardeo en un arte. Desde primera hora de la tarde, la terraza se llena de grupos de amigos, parejas y curiosos que llegan atraídos por su fama. El ambiente es distendido, con un toque internacional gracias a los muchos visitantes de otros países que lo incluyen en su ruta por Madrid. La música acompaña sin invadir, alternando pop suave, soul, bossa nova y algún toque indie para mantener la energía en el punto justo.
El servicio es ágil y cercano, y los camareros conocen bien la carta, por lo que pueden recomendarte opciones personalizadas según lo que busques: algo fresco para el calor, un cóctel más intenso para cerrar el día o una botella de vino para compartir.
Fiel a su nombre, El Viajero propone una carta con influencias de todo el mundo sin olvidar las raíces españolas. Entre los entrantes más populares están los nachos con guacamole casero, la burrata con tomates cherry y pesto, y la tortilla de patata jugosa, que se ha ganado su propia legión de fans.
Para los que buscan algo más contundente, la hamburguesa de ternera con queso cheddar y cebolla caramelizada es un clásico que nunca falla. También destacan sus ensaladas frescas, como la de rúcula con queso de cabra y nueces, perfectas para quienes quieren algo ligero. En temporada, suelen introducir platos especiales como ceviches, baos o carpaccios.
Los postres, aunque sencillos, son efectivos: brownie de chocolate con helado de vainilla, tarta de zanahoria y mousse de limón. Nada excesivamente rebuscado, pero ejecutado con cuidado.
La coctelería de El Viajero es otro de sus grandes reclamos. Aquí puedes encontrar desde clásicos como el mojito, la caipirinha o el gin-tonic, hasta creaciones propias con toques frutales o especiados. Si te apetece algo sin alcohol, cuentan con limonadas caseras y mocktails elaborados al momento.
La selección de vinos, aunque no muy extensa, está bien pensada: blancos frescos para las tardes calurosas, tintos con cuerpo para el invierno y rosados que se disfrutan todo el año. También disponen de cervezas artesanas madrileñas y de importación.
El Viajero es uno de esos lugares que consiguen atraer a un público diverso sin perder su esencia. Aquí coinciden vecinos del barrio, grupos de treintañeros que buscan un plan relajado antes de salir de fiesta, parejas que quieren ver el atardecer y turistas que llegan siguiendo recomendaciones de guías y blogs.
La mezcla de culturas y edades crea un ambiente cosmopolita y amistoso, donde es fácil entablar conversación con la mesa de al lado. Además, la terraza es dog-friendly, así que no es raro ver a clientes disfrutando del tardeo con su mascota.
Si quieres asegurarte un sitio en la terraza, lo ideal es llegar entre las 16:00 y las 17:00, especialmente en fines de semana. Entre semana, el ambiente es más tranquilo y perfecto para trabajar con un portátil o leer un libro mientras tomas algo. Al atardecer, el local se llena y se convierte en un hervidero de risas, brindis y buena energía.
Lo que hace único a El Viajero es su capacidad para ser muchas cosas a la vez: un mirador urbano, un punto de encuentro, un refugio de calma en medio de La Latina y un escaparate de la vida madrileña más auténtica. Pocos sitios logran transmitir tanto con tan poco artificio, y por eso, año tras año, sigue siendo uno de los imprescindibles para el tardeo en Madrid.
En resumen, El Viajero Madrid es ese lugar al que llevas a un amigo de fuera para enseñarle cómo se vive realmente una tarde madrileña, pero también es el sitio al que vuelves una y otra vez porque sabes que nunca decepciona.